
¿Qué es la oposición? Es el conjunto de organizaciones, grupos, partidos políticos y personas que disienten, criticas o impugnan los actos de la fuerza política dominante (gobierno), que controlan su postura política y a las organizaciones de cualquier tipo y personas que la apoyan. Pero también es función de la oposición proponer políticas concretas que el gobierno no haya querido o podido impulsar. Es decir, la oposición pasa a ser el “fiscal” político del oficialismo que busca morigerar las desviaciones de la política nacional que pudiera cometerse.
Lejos de esto, la oposición argentina, cualquiera sea, suele tener características particulares que la transforman en un bicho raro. En lugar de fiscalizar y monitorear las acciones propias del gobierno, nuestra oposición, en cambio, empieza a jugar una carrera electoral, esto es, procura trastornar el normal desenvolvimiento de la política con el único objetivo de poder cosechar mayor cantidad de votos en las próximas elecciones no ya por méritos propios sino por los errores ajenos, en este caso del oficialismo. Esto se desprende de la idea surgida en los años noventa de elegir al menos malo, lo cual beneficia a la oposición ya que al no poseer cargos ejecutivos (a cargo del oficialismo) ve disminuida su posibilidad de error. De todos modos, el bicho raro (la oposición) en la carrera de desprestigiar al oficialismo toma la tajante posición de criticar cualquier medida que sea impulsada desde el gobierno sin importar cuál sea. Lo único que importa es criticar al gobierno, parecería que dijera, algo así como el perro del hortelano quien no come ni deja comer al amo.
Así entonces podemos explicar a la otrora defensora de los derechos humanos, Elisa Carrió, llorando porque se intenta desde la justicia hacer un examen de ADN a los hijos adoptivos de la dueña de Clarín; o a la Sociedad Rural que en los ochenta se opuso ferozmente contra Raúl Alfonsín ahora aliados al Radicalismo; o a la Coalición Cívica rasgarse las vestiduras por la negativa del gobierno a entregar el 82% móvil a los jubilados mientras una de sus máximas dirigentes, Patricia Bullrich, firmó el decreto en que se le descontaba el 13% y la lista sigue y sigue.
Otra característica particular de este bicho raro es la capacidad para mutar, algo así como un camaleón que cambia de color según la ocasión. En el recorrido histórico de cada uno de los políticos opositores (aunque esta característica no sea privativa de ellos) se ve cómo logran abrazar conceptos políticos tan disímiles unos de otros, peronistas que se vuelven radicales y viceversa, socialistas que se abrazan con terratenientes y PROgresistas que simpatizan con la dictadura. Esta capacidad de mutación ideológica constante les permite enemistarse y volverse a amigar con una facilidad escalofriante. Julio Cleto Cobos, actual vicepresidente de un gobierno peronista, competirá en las próximas elecciones internas para elegir candidato a presidente dentro del partido radical (UCR), el mismo que lo desafilió por integrar parte del gobierno y el mismo que lo afiliará una vez que termine su mandato.
Como el ave Fénix, nuestro bicho raro renace de sus propias cenizas. Cuando alguna gestión no cumplió con las expectativas o simplemente salieron mal por incapacidad, corrupción, desidia o cualquier motivo que sea, nuestro bicho se esconde durante un tiempo y luego emerge victorioso. Tal es el caso de Eduardo Duhalde que dejó la presidencia en un mar de críticas por sus políticas represivas y ahora vuelve a la carga bajo la consigna de salvarnos del desastre del actual gobierno, el mismo que él apoyo en los comienzos.
Hay que destacar, nobleza obliga, que han surgido unos cuantos partidos políticos que parecen entender cuál es el objetivo de la oposición, que apoyan o se oponen no por cuestiones de conveniencia sino por convicciones políticas. Estos partidos incipientes todavía tienen mucho por demostrar y habrá que esperar para poder determinar si una nueva oposición ha llegado. Lo cierto es que nuestra oposición que por momentos es un perro, por otros una camaleón y a veces un fénix actúa así a sabiendas nuestra, pero como nosotros somos tan amantes de los animales preferimos acobijarlo y darle otra oportunidad, el animal vuelve a comportarse de la misma manera ya que es su naturaleza, y nosotros volvemos a perdonarnos, y otra vez, y otra vez y otra y otra.
Esteban Marcussi.
Julio de 2010.
Muy buena la nota!.
ResponderEliminarLuquitas77.