Con este primer número de Crónicas Martianas oficializamos nuestra necesidad de ejercer el derecho de decir lo que pensamos y de decirlo en voz alta. Sin intereses corporativos a los cuales responder, sin condiciones, sin agendas y sin restricciones.
Nuestro objetivo consiste en generar un espacio de reflexión y análisis de los sucesos más relevantes de América Latina, trazar un recorrido por los ámbitos políticos, sociales, económicos y culturales de la región, interrelacionando los acontecimientos de cada una de nuestras culturas y tratando de conformar una plataforma desde donde poder construir una crítica respecto de los temas que nos involucran e identifican como sociedad.
Así, honrados con una portada ilustrada especialmente para la ocasión por nuestro “Navajo” Agustín Viñas, armamos un equipo estable de trabajo con “Lanita” oficiando de cronista en el análisis de temas nacionales y enseñándonos a ver el cine, con “Esteban Marcussi” abordando cuestiones de política local y haciendo un recorrido por la música en todas sus manifestaciones, con “
Crónicas Martianas se erige, de esta manera, en homenaje a uno de los héroes más relevantes de nuestra América sanguínea: José Martí. El latinoamericano por definición, el apóstol de la revolución, el gran cronista, poeta y luchador de todos los frentes desde donde se puede y debe combatir la injusticia imperialista. El ejemplo intelectual y espiritual de todos aquellos latinoamericanos que entregaron sus vidas combatiendo la explotación y la ocupación de nuestra tierra, la opresión y el sometimiento de nuestros hermanos.
Cuando el niño hombre José Martí tenía tan solo15 años de edad, y en el contexto de una Cuba ocupada por los españoles, fundó un periódico con el “sutil” nombre de Patria Libre. En el único número de esa publicación que vio la luz, José Martí escribió Abdala, un drama en forma de verso del cual tomamos el siguiente extracto:
La acción acontece en un lugar hipotético llamado “Nubia” y este es un fragmento del diálogo entre el caudillo “Abdala” que marcha junto a sus hombres luchar por la liberación de su patria “Nubia” de la opresión de los tiranos invasores y “Espirta”, su madre que intenta disuadirlo, temerosa de la suerte de su hijo.
Abdala El amor, madre, a la patria
no es el amor ridículo a la tierra,
ni a la hierba que pisan nuestras plantas;
es el odio invencible a quien la oprime,
es el rencor eterno a quien la ataca;
y tal amor despierta en nuestro pecho
el mundo de recuerdos que nos llama
a la vida otra vez, cuando la sangre
herida brota con angustia el alma;
la imagen del amor que nos consuela
y las memorias plácidas que guarda
Espirta ¿Y es más grande ese amor que el que despierta
en tu pecho tu madre?
Abdala Acaso crees
que hay algo más sublime que la patria
Espirta ¿Y aunque sublime fuera, acaso debes
por ella abandonarme? a la batalla
¿Así correr veloz? ¿Así olvidarte
de la que el ser te dio? ¿Y eso lo manda
la patria? ¡Di! ¿Tampoco te conmueven
la sangre ni la muerte que te aguardan?
Abdala Quien a su patria defender ansia
ni en sangre ni en obstáculos repara,
del tirano desprecia la soberbia;
en su pecho se estrella la amenaza;
y si el cielo bastara a su deseo
¡Al mismo cielo con valor llegara!
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