¿SOMOS LIBRES?

¡Seamos libres… que lo demás no importa nada!

Estás fueron las palabras de Don José de San Martín, paradójicamente, el padre de la patria que ¿liberó? el continente. Los hombres de Mayo pensaban que la libertad no tenía precio y dieron sus vidas por ella. Fueron asesinados, fueron traicionados, fueron vapuleados, vejados, olvidados, ignorados, les arrebataron sus familias, sus pertenencias, sus memorias, contaron cambiada la historia para que no sean recordados en el futuro. Todo esto dieron por ser libres, por que nosotros seamos libres. Más de 200 años y nada, todo sigue igual.
Lo único distinto es el amo.
Antes la realeza española azotaba las espaldas de los americanos y hoy son las empresas las que tienen el látigo.
Otra cosa también cambió, el lenguaje.
Antes se llamaba esclavitud, hoy se llama reducción a servidumbre.
Reducción a servidumbre es como cataloga la AFIP la esclavitud a la que son sometidos miles de personas en los campos argentinos a manos de las empresas. Basta con visitar frecuentemente su página web para enterarse y constatar la cantidad de situaciones de esta índole que se descubren. Campos cerealeros en toda la Pampa Húmeda, ajeros en Mendoza, ladrilleros en San Juan, frutas en Mar del Plata, cebollas en Río Negro, textiles porteños, sojeros en Salta y la lista sigue, no hay provincia que se salve, Córdoba, Santa Fe, La Rioja, en donde la AFIP investiga encuentra trabajo esclavo.
Es trágico que esto suceda, pero, además, es realmente insólito que no genere indignación ni repudio. Este tema ha quedado ajeno a los medios de comunicación como han quedado tantos otros, tampoco las organizaciones políticas intentan instalar este tema, los gobernadores o intendentes callan para no quedar en evidencia y la gente prefiere prestarle atención a otras cosas. En épocas de elecciones, podríamos suponer que los dirigentes opositores podrían utilizar esto como argumento contra sus rivales pero no lo hacen, porqué, porque las empresas que reducen a servidumbre a las personas están ideológicamente en la misma vereda que ellos. O a veces son ellos mismos, como el caso del diputado salteño Olmedo esclavizando gente en sus campos sojeros de La Rioja.
Y así andamos, más de 200 años y nada. Para colmo, celebramos las fechas patrias con fervor y entusiasmo, recordamos las gestas libertadoras con ampulosos actos y nos vestimos de celeste y blanco, mientras tanto olvidamos el pensamiento de los hombres de mayo y parecemos, ya no patriotas, sino realistas.

Esteban Marcussi

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