
Lo ”terrible” puede ser, en cierta forma, “refrescante”; aunque más no sea porque deja hablar a otras voces; porque nos permite escuchar la versión de los derrotados y porque nos libera del discurso monocorde del poder hegemónico. Aunque, por supuesto, no por “refrescante” deja de ser “terrible”.
Vimos la película del director Brian de Palma “SAMARRA” cuyo nombre original es “REDACTED” (2007) que puede traducirse como “editado, con partes suprimidas” o “censurado” y la verdad es que la experiencia fue intensa en todo sentido. El recurso que utilizó el director no es nuevo, pero en el caso particular de esta película resulta absolutamente adecuado y contundente. La película es una especie de falso documental, al estilo de Proyecto Blairwitch (1999), Cloverfield (2008) o Actividad Paranormal (2009), entre otras; donde la narración surge de filmaciones supuestamente caseras tomadas por algún aficionado que participa como tal en el film. En este caso, la historia se construye con imágenes tomadas con una cámara hogareña, imágenes de cámaras de seguridad, supuestos videos de internet de sitios tipo youtube y fotografías.
El tema: un hecho verídico ocurrido en la ciudad iraquí de Samarra protagonizado por soldados norteamericanos durante la ocupación militar que aún se mantiene. Concretamente, se trata de la violación de una niña iraquí de 15 años y el asesinato de todos los miembros de su familia, a manos de un escuadrón militar norteamericano.
La película trasciende lo inusual del formato, trasciende lo magistral del montaje y la construcción de los personajes desde lo artístico. Trasciende también al mismísimo Brian de Palma en su doble mérito de trasgredir con maestría las normas clásicas del relato cinematográfico y sobre todo de mostrarnos una visión escalofriante y brutal del verdadero soldado norteamericano invasor, absolutamente divorciado del jovencito honesto y valiente de las películas convencionales de este género.
Y si terminando la película te quedás con algunas dudas respecto de si se “exageró” en la impostura y crueldad de los protagonistas, el director saca su propia piel de documentalista y sin compasión te ametralla con imágenes de una realidad abrumadora.
La película es imperdible por donde se la analice. Aunque cueste un poco levantarse de la butaca cuando se encienden las luces.
Lucas Bols
Mendoza, Julio de 2010
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