Irónica final en Sudáfrica


Como si el destino de este mundial fuese una broma de mal gusto, la final del campeonato fue disputada nada menos que entre Holanda y España.
Durante cuatro siglos este continente fue escenario de guerras y razzias por la captura de esclavos. Millones de africanos fueron arrancados de sus vidas y vendidos como animales. Otros tantos millones murieron resistiéndose a ser capturados, pudriéndose en los almacenes a la espera de ser embarcados y apaleados y hambreados en los mismos barcos. El investigador André Gunder Frank en su libro La Acumulación Mundial 1492-1789 señala la cifra de 13.750.000 esclavos traídos a América entre los siglos XVI y XIX, a lo que el investigador Enrique Peregalli añade un 25% por muertes en el trayecto y un 25% más por muertes en Africa con motivo de las guerras de captura, lo que da un total de 20.625.000 africanos perdidos para el continente sólo en ese período.
La cifra de por sí abrumadora, sobre todo para la época, cobra mayor relevancia si se recuerda que el holocausto nazi durante la segunda guerra mundial se estima que significó la muerte de 6 millones de personas entre judíos, gitanos, comunistas, polacos étnicos, etc. En este holocausto, con mucho menos difusión porque sentó las bases de la acumulación capitalista en toda Europa, se estima que de los casi 21 millones de africanos capturados para ser vendidos como esclavos, cerca de 14 millones llegaron a América y 7 millones murieron miserable y tortuosamente durante el trayecto.
El padre Alonso de Sandoval relata como testigo que los negros "van de seis en seis encadenados por argollas en los cuellos, asquerosos y maltratados, y luego, unidos de dos en dos con argollas en los pies. Van debajo de la cubierta, con lo que nunca ven el Sol o la Luna. No se puede estar allí una hora sin grave riesgo de enfermedad. Comen de 24 en 24 horas una escudilla de maíz o mijo crudo y un pequeño jarro de agua. Reciben mucho palo, mucho azote y malas palabras de la única persona que se atreve a bajar a la bodega, el capataz". Debido a este maltrato, el elevado número de muertes durante el viaje obligó a tomar conciencia y a remediar el problema; de esta forma se autorizó un recargo en concepto de demasía del 20% sobre el número de “cabezas” autorizadas a cargar por buque. Como se seguían muriendo, decidieron, ahora sí, tomar cartas en el asunto: pasaron al 40% de sobrecarga.
Los “campeones” del contrabando de esclavos (como los llama Galeano en Las Venas Abiertas de América latina) fueron precisamente los holandeses, quienes amasaron formidables fortunas traficando esclavos hacia América. Y por supuesto, sus principales clientes, por estos pagos fueron ni más ni menos que los españoles, quienes estrujaban la poca y miserable vida que les quedaba, sometiéndolos hasta la muerte en las minas y las plantaciones.
Ahora se quedaron con la final y con el mundial de fútbol. Pero desde mucho antes ya se habían quedado con el futuro y con la sangre misma del continente africano.

Lucas Bols
Mendoza, Julio de 2010

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