
Un día, hace ya bastante tiempo, mientras mantenía una acalorada charla de fútbol me interrumpió un amigo al que nada le interesaba el fútbol para decirme que desde el momento en el que el resultado de un partido podía generarle a alguien que sus ingresos aumentaran o disminuyeran en forma cuantiosa, era ilógico pensar que los partidos no estuviesen arreglados. Esto tiene mucho de cierto y podemos comprobarlo en las palabras del ex presidente de la FIFA Joao Havelange: Vengo a vender un negocio llamado fútbol.
El negocio del fútbol no es moco de pavo. Poco se sabe de sus números, pero en una ocasión a fines de 1994 y ante un selecto grupo de empresarios, Havelange confesó que el movimiento financiero del fútbol en el mundo alcanzó ese año la suma de 225 mil millones de dólares (contra los 136 mil millones de la General Motors) En ese mismo discurso, Havelange recordó que lo importante del negocio era el envoltorio, es decir, la forma en que se vende. Y para eso nada mejor que las empresas. En el Mundial del 98, Ronaldo sufrió convulsiones antes de disputarse la final y dicen que la presión de Nike lo metió de nuevo en el partido. El hecho es que jugó enfermo, y no pudo exhibir como debía las virtudes del nuevo modelo de botines que Nike estaba lanzando al mercado.
Muchas cosas hacen dudar de que el resultado de una competición futbolística sea determinado solamente por la capacidad de los jugadores. En el último mundial, Alemania 2006, quién se alzó con la copa fue Italia, el mismo país que atravesaba una difícil situación debido al escándalo por los partidos arreglados en las oficinas. Alcanzar la gloria en el mundial, permitió que la liga italiana no se viniera a pique. Políticamente, podríamos destacar también la escandalosa victoria Argentina en el mundial 78 que posibilitó a la dictadura militar de entonces mostrarse al mundo como símbolo de paz y orden.
En el fútbol, el negocio es lo importante. Tal es así, que en el mundial 86 los partidos se jugaban al mediodía bajo un sol arrasador que atentaba contra los jugadores. Esa decisión se tomo porque era la hora que a los europeos les venía más cómodo. La televisión manda.
En el fútbol, el negocio es lo importante. Tal es así, que en el mundial 86 los partidos se jugaban al mediodía bajo un sol arrasador que atentaba contra los jugadores. Esa decisión se tomo porque era la hora que a los europeos les venía más cómodo. La televisión manda.
Los ejemplos sobre los negocios del fútbol son muchos y muy variados. Pero también es cierto que tiene un ingrediente deportivo muy fuerte, y que es que la pelota debe inevitablemente entrar en el arco. Todavía los futbolistas pueden revelarse en el campo de juego y ganar el partido que le enviaron perder. Esa esperanza es la que nos hace tener el corazón en la garganta en cada partido y lo que transforma al fútbol en el mejor deporte del mundo.
La cita mundialista que se realiza cada cuatro años tiene la característica de devorarse todo a su paso. Cuando se dé el pitazo inicial y quede inaugurado el primer mundial realizado en África, ya nada más tendrá importancia. Los medios desplegaran un bombardeo ininterrumpido de información irrelevante que tapara durante un mes lo que pueda pasar en el mundo. Así, nuestro héroe nacional Manuel Belgrano será olvidado en el mes de su conmemoración, la resolución sobre la apropiación de hijos de familias desaparecidas por parte de Ernestina Herrera de Noble será pasada por alto, el apoyo que Diego Maradona dará a las Abuelas de plaza de mayo en Sudáfrica quedará en la memoria de muy pocos, los atentados de Israel ya no importaran ni importará ya la dictadura Hondureña. Todo sea por el fútbol.
Esteban Marcussi
5 de junio
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