
¡...A la pelota !
De una vez por todas, el gobierno decidió tomar el toro por las astas y a partir de ahora el fútbol se verá por televisión abierta. Esta “democratización” tiene dos aristas importantes, por un lado, hacer llegar el fútbol a todos los hogares y ayudar financieramente a las instituciones futbolísticas que suelen ser la punta de lanza del deporte nacional; y por otro lado, limitar considerablemente el poder monopólico del grupo Clarín dado que el negocio del fútbol, según trascendió, le representa un tercio de la facturación total.
Sin embargo, lo más importante de esta nueva modalidad es que no se trata de un subsidio hundido, sino de la implementación de un marco jurídico y una estructura que posibilite obtener ganancias a través de la comercialización de cada uno de los partidos. Esto no es más que la nacionalización de un negocio rentable, algo que muchas veces se le exige al Estado y que resulta muy saludable en término de finanzas públicas: la generación de recursos genuinos para sostener al gasto público de fuentes que no son ni la tributación ni el endeudamiento interno o externo.
Contento además debe estar el deporte olímpico ya que la ganancia extraordinaria generada por el fútbol irá a financiar esa actividad, puesto que está establecido repartirse en partes iguales entre la AFA y los deportistas olímpicos. Tal vez, a partir de ahora el deporte argentino tenga un nuevo impulso y dejemos de una vez por todas de ir a las citas olímpicas a buscar experiencia y vayamos a buscar medallas.
Esta búsqueda por “democratizar” los monopolios significa que todos los argentinos pasemos a beneficiarnos con las ganancias que recibía una empresa, y es justo que así sea porque el fútbol es de todos y todos tenemos el derecho de disfrutar tanto del espectáculo como de los beneficios que se deriven de su difusión.
Sí señores, el fútbol es de todos los argentinos, al igual que la minería, el petróleo, la exportación de granos, la pesca, el acero, los servicios públicos, etcétera; y a los cuales también hay que democratizar de una vez y para siempre.
Esteban Marcussi
Mendoza, 1 de septiembre de 2009
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