
Mientras el mundo se debate entre los coletazos de la crisis financiera, el golpe de estado en Honduras, las bases militares yankis en América y la transmisión televisiva de los partidos de AFA, acá, en Mendoza, la cosa pasa por otro lado.
Será que añoramos los tiempos viejos o será que nos enamoramos de la historia. Lo cierto es que retrocedimos como diez años.
Allá por 1997 y bajo el vil argumento de “mejorar, hacer más eficiente el servicio y conseguir el financiamiento para las obras que la Mendoza del futuro necesita”, se entregó el sistema de aguas y cloacas a manos privadas. Hoy nos encontramos que el servicio que presta Obras Sanitarias de Mendoza (OSM) es el mismo que hace doce años (perdón, principios del siglo pasado) ya que las grandes inversiones no se hicieron.
Esto no es nada nuevo para nosotros ya que las privatizaciones en esta provincia ocupan los primeros puestos de los rankings en corrupción y torpeza. Sin embargo, es macabramente gracioso observar como las acusaciones vuelan de una punta a la otra. Veamos. Arturo Lafalla, quien llevó adelante la privatización, dice (publicó un carta en el diario Los Andes: “Con el agua no”, en serio, así titulo) que él creó los mecanismos necesarios para controlar la privatización y poder asegurar el buen servicio. Después de Lafalla, asumió como gobernador Roberto Iglesias que por suerte todavía no se ha expresado con respecto al tema (gracias). Luego fue el turno de Julio Cobos, quien, entre traición y traición en carrera para ocupar el sillón de Rivadavia, se hizo tiempo para criticar al actual gobernador diciendo que él había negociado una carta de entendimiento con OSM que trajo aires frescos a la provincia. Y Celso Jaque, actual gobernador, revoleó la papa caliente que tenía entre las manos y cayó en una intervención. El partido Demócrata que no gobierna desde la época de los militares, también salió a criticar.
Algunas voces trinaron al enterarse que, como los dueños de OSM amenazan con un juicio millonario ante un tribunal internacional dependiente del Banco Mundial, eso genera tanto miedo que nadie se anima a pedirle explicaciones sobre el retraso en inversiones (cerca de $437 millones) Otras voces, por el contrario, destacan la filantropía de esta empresa que aunque perdiendo plata sigue apostando a Mendoza. Hay voces silenciosas que despertaron ante este entuerto para ver si ligaban algo. Hay voces chillonas que nadie escucha que piden un buen servicio de agua. Hay voces que susurran a ver si, de paso, pueden volver a ser contratados porque desde que los echaron andan vagando sin rumbo fijo.
Para quienes crean que existe alevosía de parte mía se equivocan, porque fue el ex gobernador Lafalla quién salió a denunciar un supuesto ardid de Daniel Vila (no lo nombra pero hace clara referencia) a quien acusó de querer quedarse con OSM para poder hacer llegar nuestra agua a las tierras que le usurpó a la Universidad Nacional de Cuyo y así inventar una gran negocio inmobiliario.
Pero lo hecho, hecho está. Le corresponde a la justicia investigar la privatización y hallar a los culpables. Lo que queda por hacer es resolver el problema de OSM. La solución no será con los actuales dueños y tampoco con otros distintos que vendrán a hacer lo mismo. La única solución está en que el Estado recupere la empresa para poder brindar un buen servicio a bajo precio, porque es el Estado el único que no persigue un fin económico sino un fin social, como lo es el servicio de agua.
Si por esas casualidades, esto se cumple, no nos olvidemos de cobrarle a los actuales dueños lo que nos deben, no vaya a ser cosa que encima tengamos que pagarles.
Esteban Marcussi
Mendoza, 1º de Setiembre de 2009
Será que añoramos los tiempos viejos o será que nos enamoramos de la historia. Lo cierto es que retrocedimos como diez años.
Allá por 1997 y bajo el vil argumento de “mejorar, hacer más eficiente el servicio y conseguir el financiamiento para las obras que la Mendoza del futuro necesita”, se entregó el sistema de aguas y cloacas a manos privadas. Hoy nos encontramos que el servicio que presta Obras Sanitarias de Mendoza (OSM) es el mismo que hace doce años (perdón, principios del siglo pasado) ya que las grandes inversiones no se hicieron.
Esto no es nada nuevo para nosotros ya que las privatizaciones en esta provincia ocupan los primeros puestos de los rankings en corrupción y torpeza. Sin embargo, es macabramente gracioso observar como las acusaciones vuelan de una punta a la otra. Veamos. Arturo Lafalla, quien llevó adelante la privatización, dice (publicó un carta en el diario Los Andes: “Con el agua no”, en serio, así titulo) que él creó los mecanismos necesarios para controlar la privatización y poder asegurar el buen servicio. Después de Lafalla, asumió como gobernador Roberto Iglesias que por suerte todavía no se ha expresado con respecto al tema (gracias). Luego fue el turno de Julio Cobos, quien, entre traición y traición en carrera para ocupar el sillón de Rivadavia, se hizo tiempo para criticar al actual gobernador diciendo que él había negociado una carta de entendimiento con OSM que trajo aires frescos a la provincia. Y Celso Jaque, actual gobernador, revoleó la papa caliente que tenía entre las manos y cayó en una intervención. El partido Demócrata que no gobierna desde la época de los militares, también salió a criticar.
Algunas voces trinaron al enterarse que, como los dueños de OSM amenazan con un juicio millonario ante un tribunal internacional dependiente del Banco Mundial, eso genera tanto miedo que nadie se anima a pedirle explicaciones sobre el retraso en inversiones (cerca de $437 millones) Otras voces, por el contrario, destacan la filantropía de esta empresa que aunque perdiendo plata sigue apostando a Mendoza. Hay voces silenciosas que despertaron ante este entuerto para ver si ligaban algo. Hay voces chillonas que nadie escucha que piden un buen servicio de agua. Hay voces que susurran a ver si, de paso, pueden volver a ser contratados porque desde que los echaron andan vagando sin rumbo fijo.
Para quienes crean que existe alevosía de parte mía se equivocan, porque fue el ex gobernador Lafalla quién salió a denunciar un supuesto ardid de Daniel Vila (no lo nombra pero hace clara referencia) a quien acusó de querer quedarse con OSM para poder hacer llegar nuestra agua a las tierras que le usurpó a la Universidad Nacional de Cuyo y así inventar una gran negocio inmobiliario.
Pero lo hecho, hecho está. Le corresponde a la justicia investigar la privatización y hallar a los culpables. Lo que queda por hacer es resolver el problema de OSM. La solución no será con los actuales dueños y tampoco con otros distintos que vendrán a hacer lo mismo. La única solución está en que el Estado recupere la empresa para poder brindar un buen servicio a bajo precio, porque es el Estado el único que no persigue un fin económico sino un fin social, como lo es el servicio de agua.
Si por esas casualidades, esto se cumple, no nos olvidemos de cobrarle a los actuales dueños lo que nos deben, no vaya a ser cosa que encima tengamos que pagarles.
Esteban Marcussi
Mendoza, 1º de Setiembre de 2009
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