
La distancia que separa a Mendoza del centro cívico-político del país hizo, y sigue haciendo, que las realidades entre ambos sean distintas. Por eso, mientras el país se debate en una nueva ley de servicios de comunicación audiovisual y estalla el conflicto en Kraft (la ex Terrabusi), acá la cosa pasa por otro lado, por la minería.
Dos proyectos sacuden la provincia: Potasio-Río Colorado y San Jorge.
La empresa Vale Do Rio Doce pagará por la explotación del potasio malargüino el 1% de la facturación bruta total más 12 millones de dólares para la creación del Fondo de Desarrollo Socio-Ambiental, esto sumado al 3% de regalías fijados por ley. Con respecto a la explotación de oro y cobre de la mina de San Jorge en Uspallata todavía no está claro cuanto dinero le quedará a las arcas de la provincia, aunque teniendo en cuenta el 3% (más 1% subsidiado) aproximado que pagan en San Juan se espera que acá suceda algo similar.
La pregunta que debemos hacernos es qué tan importantes son estos proyectos para la provincia, y no sólo desde la óptica económica. ¿Es justo, en nombre del 3% de las regalías, destruir una población como la de Uspallata?
Esto nos lleva a pensar si no hay otros medios para obtener ese ingreso económico que no tengan tanta repercusión en lo ecológico y en lo social. Y la verdad es que sí. Mendoza posee otros recursos que pueden ser explotados sin atentar contra nada ni nadie. La provincia posee petróleo, que es un recurso natural de gran cuantía económica aunque los pozos más recientes fueron adjudicados en su mayoría al grupo Vila-Manzano, esto no quita que se puedan recuperar y obtener el total de su valor y no un porcentaje. Hasta la llegada de Bordón al gobierno, Mendoza contaba con la bodega más grande del mundo, Bodega Giol, que se desmembró para dar negocios a los conocidos y posibilitar que las empresas extranjeras (y algunas familias locales amigas del gobierno) exploten el mercado vitivinícola del quinto productor mundial de vino, Argentina. A partir de la recuperación de la bodega se podría explotar el mercado del aceite de oliva y de los vinagres, de los cuales Mendoza es un productor destacado. Hace un tiempo ya, se abandonaron los hoteles de Uspallata, Potrerillos, Villavicencio y Plaza (actual Hyatt) en manos de no sé sabe bien quién ni en qué condición, por lo cual la provincia se alejó de la posibilidad de obtener ganancias del turismo, aunque es una situación fácilmente revertible.
Ante estas posibilidades esgrimidas a grosso modo, podemos inferir que no se trata de una cuestión de eficiencia económica. Por supuesto que las empresas que explotan las minas persiguen un suculento fin económico e intentarán por cualquier medio llevarlas a cabo sin importarle los daños que se generen en la población o en el medio ambiente. Los políticos intentan convencernos de la importancia económica que representa, argumentando que así se podrán financiar las obras y los planes que la provincia necesita. La idea es bastante utilizada: minería (cielo) o infierno.
Podríamos preguntarnos porqué los políticos aceptan el negocio de la minería si es tan perjudicial para la población y tan beneficioso únicamente para las empresas mineras, y la respuesta es simple: porque pueden. Por qué hipotecan el futuro de la provincia: porque pueden. Porqué no trabajan en medidas de financiamiento alternativo: porque pueden. Porqué se venden al capital extranjero: porque pueden. Porqué se esconden en sus fueros y traicionan al pueblo: porque pueden. Porqué hacen lo que quieren: porque mientras se lo permitamos, pueden.
Dos proyectos sacuden la provincia: Potasio-Río Colorado y San Jorge.
La empresa Vale Do Rio Doce pagará por la explotación del potasio malargüino el 1% de la facturación bruta total más 12 millones de dólares para la creación del Fondo de Desarrollo Socio-Ambiental, esto sumado al 3% de regalías fijados por ley. Con respecto a la explotación de oro y cobre de la mina de San Jorge en Uspallata todavía no está claro cuanto dinero le quedará a las arcas de la provincia, aunque teniendo en cuenta el 3% (más 1% subsidiado) aproximado que pagan en San Juan se espera que acá suceda algo similar.
La pregunta que debemos hacernos es qué tan importantes son estos proyectos para la provincia, y no sólo desde la óptica económica. ¿Es justo, en nombre del 3% de las regalías, destruir una población como la de Uspallata?
Esto nos lleva a pensar si no hay otros medios para obtener ese ingreso económico que no tengan tanta repercusión en lo ecológico y en lo social. Y la verdad es que sí. Mendoza posee otros recursos que pueden ser explotados sin atentar contra nada ni nadie. La provincia posee petróleo, que es un recurso natural de gran cuantía económica aunque los pozos más recientes fueron adjudicados en su mayoría al grupo Vila-Manzano, esto no quita que se puedan recuperar y obtener el total de su valor y no un porcentaje. Hasta la llegada de Bordón al gobierno, Mendoza contaba con la bodega más grande del mundo, Bodega Giol, que se desmembró para dar negocios a los conocidos y posibilitar que las empresas extranjeras (y algunas familias locales amigas del gobierno) exploten el mercado vitivinícola del quinto productor mundial de vino, Argentina. A partir de la recuperación de la bodega se podría explotar el mercado del aceite de oliva y de los vinagres, de los cuales Mendoza es un productor destacado. Hace un tiempo ya, se abandonaron los hoteles de Uspallata, Potrerillos, Villavicencio y Plaza (actual Hyatt) en manos de no sé sabe bien quién ni en qué condición, por lo cual la provincia se alejó de la posibilidad de obtener ganancias del turismo, aunque es una situación fácilmente revertible.
Ante estas posibilidades esgrimidas a grosso modo, podemos inferir que no se trata de una cuestión de eficiencia económica. Por supuesto que las empresas que explotan las minas persiguen un suculento fin económico e intentarán por cualquier medio llevarlas a cabo sin importarle los daños que se generen en la población o en el medio ambiente. Los políticos intentan convencernos de la importancia económica que representa, argumentando que así se podrán financiar las obras y los planes que la provincia necesita. La idea es bastante utilizada: minería (cielo) o infierno.
Podríamos preguntarnos porqué los políticos aceptan el negocio de la minería si es tan perjudicial para la población y tan beneficioso únicamente para las empresas mineras, y la respuesta es simple: porque pueden. Por qué hipotecan el futuro de la provincia: porque pueden. Porqué no trabajan en medidas de financiamiento alternativo: porque pueden. Porqué se venden al capital extranjero: porque pueden. Porqué se esconden en sus fueros y traicionan al pueblo: porque pueden. Porqué hacen lo que quieren: porque mientras se lo permitamos, pueden.
Esteban Marcussi
Mendoza, 1 de Octubre de 2009
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