
Dicen que en la barriada de Mendoza existía un grupo que se destacaba por su maldad. Solían azotar a sus compañeros de escuela, piropeaban de mala manera a las damas que paseaban por las plazas y tenían a mal traer a todos los guardianes de la ley.
Cuentan también que se habían ensañado con un tal Cristian Rodríguez. Cristian era buen alumno, católico y presidente de su clase.
Cierto día al salir de la escuela, esta patota sin medir palabra alguna le dio una golpiza, según ellos, a modo de bienvenida, según Cristian, por envidia, lo cierto es que allí comenzaba un largo rosario de penas.
La misma golpiza se repitió varias veces más hasta que Cristian decidió hacer algo al respecto y convocó a una reunión entre los diferentes presidentes de clase de la escuela. De allí surgió un manifiesto, firmado por cada uno de los representantes, que condenaba el accionar de los revoltosos. Con el documento en la mano, Cristian se reunió con sus enemigos para mostrarles lo que se traía entre manos. Ahí mismo sufrió otra golpiza.
Una semana después, esta situación andaba en boca de todos los alumnos de la escuela. Llamativamente, no todos estaban a favor de Cristian y lo acusaban de soberbio e intolerante mientras aplaudían a los revoltosos.
La situación no cambió por lo que Cristian amenazó con hacer la denuncia ante las autoridades máximas de la escuela, y de ser necesario, ante
Corría la mitad del año, y Cristian seguía sin poder resolver la problemática. Dicen que, decidido como nunca, su estrategia cambió radicalmente. Tomó papel y lápiz, y le escribió una carta al gobernador de la provincia para enterarlo de lo que andaba pasando en una de las barriadas de Mendoza. Camino al buzón, quiso darles una nueva oportunidad, su corazón era bondadoso, así que se acercó hasta la plaza en la que solían juntarse para avisarles de lo que estaba a punto de hacer. Intentaba de esa manera llegar a una solución en la que ganaran los dos, ellos y él.
Luego de eso estuvo internado una semana por la paliza.
Cuando salió de la sala de internación, Cristian entendió que cuando te pegan no sirven las amenazas, cuando te pegan hay que pegar porque los malos siempre tendrán una excusa para llevarte por delante, no importa lo que hagas.
Dicen también que Cristian, hace poco, se acercó a la casa de gobierno para contarle a la presidenta su historia pero nunca fue recibido.
por Esteban Marcussi
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