Lo Público y lo Privado


Mucho es lo que se habla en estos tiempos respecto del alcance de lo público en las esferas económicas y más ampliamente en la vida cotidiana de los argentinos. Me canso de escuchar frases del tipo “con mi plata” el Gobierno hace o deshace tal o cual cosa, exclamadas con una seguridad y un grado de indignación que hasta pareciera que supieran de lo que están hablando.
Hace pocos días, escuché a Ricardito Alfonsín montado en esa proclama. Furioso chillaba en TN diciendo que él, con “su” plata (me gustaría, de paso, saber cómo la hizo y cuánto es lo que tributa al Estado) “pagaba” a una programación como la de la TV pública donde frecuentemente lo criticaban. Y retomaba, en la entrevista, volviendo sobre el particular con un énfasis casi histérico diciendo “entendés… con nuestra plata!!!”
Sin ir más lejos, casi todas las voces de crítica hacia el programa 678 tienen el mismo génesis, que “El Gobierno utiliza los medios públicos para hacer campaña o para criticar a sus adversarios políticos”. Cuando lo cierto es que 678 es una opinión que, te guste o no, merece ser escuchada, máxime cuando se encuentra dentro del discurso monotemático de los medios que sí son hegemónicos, que sí utilizan su posición dominante para defenestrar a los que se interponen a sus intereses económicos y defender a los que los apoyen (aunque sean indefendibles) y que no les importa nada más que la rentabilidad de su corporación (y creo que a estas alturas, nadie es tan ingenuo como para no ser consciente de esto).
Pero volvamos al tema con que arrancamos: el slogan de “nuestra plata” o “la plata de todos”.
No voy a criticar a la señora, al señor o al joven que encarnando un triste papel pequeñoburgués iletrado argentino, replica lo que le escucha decir a Susana Gimenez, a Gonzalez Oro, a Majul, o a otros intelectuales del mismo tenor. Los que me preocupan son los estudiantes, los profesionales, los periodistas y en general, todos aquellos que se autoproclaman conocedores del tema y que al menos deberían tener un atisbo de honestidad intelectual.
La “plata de todos”, “nuestra plata”, “el dinero de los argentinos”, “los recursos de pueblo” y demás expresiones a veces melodramáticas que refieren a lo mismo, se aplica e involucra absolutamente a todo. Venido al caso, la TV pública la pagamos todos,… pero la privada también la pagamos todos!! La primera, a través de los impuestos al consumo y la segunda a través de los objetos mismos de consumo, que son los que se publicitan en los canales privados y que sostienen el desarrollo de los mismos. Te guste o no, a TN, a Clarín, a Supercanal, al diario Los Andes, al canal América y a todos los etcétera que quieras agregarle, también los pagamos todos los argentinos, también se sostienen con lo que sale de los bolsillos del pueblo.
Te dicen, que la diferencia es que los privados podés elegir tenerlos, mientras que a los públicos no…. Falso. Cuando comprás un objeto cualquiera, por ejemplo un paquete de fideos, pagás un tributo del 21% en concepto de IVA que es de donde sale la mayor parte de los recursos con que se sostienen los medios públicos. Pero hay también un porcentaje oculto de ese paquete de fideos que estás pagando de forma adicional y que corresponde a lo que la fábrica de fideos, por caso Luccetti, destina a publicidad y que va a parar al financiamiento de la pauta que sostiene a los canales de televisión privados. Es cierto que podés elegir no pagar el servicio de televisión por cable, pero de igual modo vas a seguir financiándolo, porque sin darte cuenta, lo vas a hacer cada vez que compres un paquete de fideos, un par de zapatillas o una cerveza, y porque simplemente no hay otro recurso que “los recursos del pueblo”.
Podrán aducir que no les gusta lo que hace el Estado con esos recursos y cuestionar los contenidos de la TV pública. Pues bien, a mí tampoco me gusta lo que hacen los privados con mis recursos y cuestiono severamente los contenidos de la TV privada. Bienvenidos a vivir en democracia.
Por lo menos, los gobiernos duran 4 años, representan a la mayoría de los argentinos que ejercimos nuestro derecho en las urnas y llegado el caso tenemos la posibilidad de elegir uno completamente nuevo. A los que manejan los tentáculos de las corporaciones privadas ni yo ni nadie los eligió, nadie los puede tocar, deciden a perpetuidad según su capricho, y hacen vida de príncipes pagando sus placeres “con la plata de todos los argentinos”.

Lucas Bols.
Mendoza, Julio de 2011

PD: Nota inspirada en una audición de Alejandro Dolina en su programa “La venganza será terrible”

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