El sueño (pro)americano



A la hora de establecer ideas básicas para un guión de cine se destacan la del héroe que en soledad aniquila a un batallón entero de salvajes enemigos, la “historia real” que es superar una adversidad tal como una enfermedad, la muerte de un ser querido u otra, también tenemos la frívola historia de amor, el famoso sueño americano que consiste en que un pelagato se transforma en un gran señor gracias a su inteligencia y a su esmero, los monstruos implacables que aparecen vaya uno a saber de dónde y algunas otras más. Estos conflictos suelen aparecer solas o en combinadas, con más de una que de otra y en gran cantidad de variantes.
La eficacia de estas ideas radica en que todas poseen cierto grado de verosimilitud, es decir, aquello que vemos en la gran pantalla podemos encontrarlo a la vuelta de casa. 
Ahora bien, detengámoslos un momento en la idea del sueño americano. Aquí la base principal del argumento es alguien que de venido a menos pasa a ocupar un lugar en las esferas más altas de poder gracias a su esfuerzo personal sumado a su perspicacia, su inteligencia, su trabajo y su sentido de la oportunidad. Tanto han insistido a través de las películas sobre ese sueño americano que muchos lo han tomado, no sólo como cierto, sino también como algo realmente posible. Tenemos el caso de Franco Macri que de inmigrante desahuciado pasó a tener un enorme poder político gracias a sus contactos con el Estado, o el caso de Pescarmona que de un pequeño tallercito y gracias a los amigos que logró fabricarse hoy es un todopoderoso. Hay unos cuantos otros ejemplos para agregar, y eso lo dejo a criterio de cada uno.     
Para que este sueño americano pueda suceder entre tantas otras cosas debe existir una realidad política que posibilite ese ascenso meteórico. Es decir, esto no podría suceder en un país comunista o en un país en donde la distribución del ingreso sea pareja entre patrones y obreros. Aquí es donde entran los porteños y su reciente elección.
Aquellos que realmente viven el sueño americano pugnan porque todo siga igual, y son los que están dispuestos a hacer lo que sea necesario para mantener el status quo. Y hay muchos otros que son unos pelagatos pero que sueñan con que el sistema les de la posibilidad de dar el zarpazo y ascender en la escala social y convertirse en grandes señores. Estos últimos intuyen que las cosas a nivel nacional van viento en popa (por eso votarán por Cristina) y que se va generando la riqueza que pretenden apropiarse en un futuro no muy lejano (por eso votaron a Macri) Si uno se da unas vueltas por los cafés porteños, escuchará a sus habitantes hablar sobre la pequeña empresa que han montado y su proyección de transformarse en grandes empresarios en poco tiempo. Haga la prueba como la hice yo, se lo recomiendo. Sin darse cuenta hablan del sueño americano. Eso no es lo malo, lo malo es que el sueño americano no sirve para nada. Nadie se salva solo.
Por Pedro Sietevidas desde Río Cuarto, Córdoba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario