Crisis Financiera Internacional: el mejor de los negocios


¿Te acordás cuando se estaba por acabar el mundo? Primero fue la gripe aviar y después la gripe porcina. Caos en los aeropuertos, escaners de temperatura en las fronteras nacionales, peligro mortal en las escuelas por miedo al contagio; japoneses de a millones caminando con barbijo,… si hasta nuestra Chiqui Legrand se negaba a besar a sus invitados. Una gran campaña mundial de miedo instigada por los medios globales de información nos familiarizó con la palabra “pandemia”, y nos contagió de paranoia.
Menos mal que en este mundo tenemos a los norteamericanos siempre tan dispuestos para salvar al mundo. Y precisamente ellos, llegaron justo a tiempo y nada menos que con el antídoto: el Tamiflú, un medicamento patentado por el laboratorio Gilead, del cual casualmente un tal Donald Rumsfeld era presidente del directorio. Así fue que siempre bien dispuesto a las cruzadas, el presidente norteamericano George W Bush destinó en su propio país una partida extraordinaria de 7.100 millones de dólares para planes de prevención y adquisición de dosis de Tamiflú. Esto es, dinero de los trabajadores norteamericanos directo y sin escala a los bolsillos de los grandes laboratorios privados. Y desde luego, el negocio se replicó en el mundo entero.
Según la OMS, en el mundo mueren anualmente por causa de malaria: 2.000.000 de personas, por causa de diarrea 2.000.000 de niños y por causa de enfermedades curables como el sarampión o la neumonía unas 10.000.000 de almas. Ahora, por gripe aviar los fallecidos no llegan a 40 (sí, cuarenta) al año y en toda la historia hasta 2009 se estima un total de muertes por gripe porcina de 382 (trescientas ochenta y dos personas)
Es más probable que te parta un rayo a que te mueras por Gripe A, pero bueno, “business are business.”

Al poco tiempo pasó algo similar, te invito a encontrar las coincidencias: Año 2001, Bush es presidente de los Estados Unidos y su viejo amigo Donald Rumsfeld renuncia a la farmacia y se mete a laburar de ministro de defensa. Atentado a las torres gemelas, se reemplaza la palabra “pandemia” por la palabra “terrorismo” y se activa nuevamente la operación terror global. Ya nadie está seguro en ningún lugar del mundo. ¡En cualquier momento explota todo y se acaba el mundo!
Inmediatamente se le unieron varios gobiernos que esta vez no querían quedar afuera de la jugada y echaron manos a la obra salvadora. Masacraron al pueblo iraquí (se estiman alrededor de 655.000 muertos entre la población civil –hombres, mujeres y niños- ), violaron todos los derechos humanos habidos y por haber, se fotografiaron torturando gente, arrasaron con su nación y con su cultura, y finalmente se supo una verdad que los medios hegemónicos mundiales silenciaron todo lo que pudieron pero que no pudieron ocultar: No había tal cosa como armas de destrucción masiva, lo que las potencias occidentales pretendían era el petróleo iraquí y la reactivación de su industria armamentista. Los trabajadores norteamericanos y los de de las potencias aliadas pusieron de su bolsillo la plata para financiar la aventura (porque la guerra la declaran los Estados, no las empresas; y por lo tanto se pagan con el presupuesto nacional de defensa que proviene de los impuestos). Una vez más, las grandes beneficiarias fueron las corporaciones, esta vez las relacionadas con la industria del petróleo y la fabricación de armas; todas empresas privadas.
“No es nada personal, iraquíes,… son sólo negocios”.

Con las noticias de hoy cerramos la trilogía: Ooooooootra vez se está por acabar el mundo, las bolsas caen y la sensación que transmiten las cadenas internacionales de noticias es unívoca: la hecatombe finalmente ha llegado. ¡¡¡La deuda del tesoro norteamericano ha bajado su calificación AAA !!! ¡Adónde vamos a parar!
Salgo a la calle y percibo el dramatismo hasta en los ojos de una vieja que calzada en chancletas y medias con rombos, está comprando acelga en la verdulería y que la única bolsa que conoce es la del VEA que lleva colgada del antebrazo. “Qué desastre todo esto de la crisis financiera”, exclama con voz entrecortada mientras aprieta unas calabazas.
Pero esperen,… un momento.
¡No se rindan aún!
¡Detengan los suicidios en masa!
¡Acabo de leer en las noticias que los grandes líderes del mundo se han reunido para salvarnos!
¿Una guerra?,… no, ¿un antídoto?,… tampoco
Los mandatarios de las grandes potencias occidentales van a repetir la exitosísima metodología con la que ya nos salvaron cuando la crisis financiera del 2008: van a “rescatar a los banqueros”. Es decir, aumentar los techos de deuda pública y destinar partidas extraordinarias para cubrir las deudas de las instituciones financieras,… evitar los quebrantos de los bancos privados hechando manos del ajuste a los trabajadores.
En 2008, el abanderado de los salvadores fue el mismísimo presidente norteamericano George W. Bush, quien por medio de la firma de la Emergency Economic Stabization Act (Ley de estabilización económica de emergencia) el 3 de Octubre de 2008 autorizó al Secretario del Tesoro estadounidense Henry Paulson a gastar 700 mil millones de dólares de dinero público para salvar a los bancos privados de la quiebra. Cuatro días más tarde, el FED o Banco Central norteamericano, a través de su titular Ben Bernanke, anunciaba que avanzaría más todavía en la salvación de la humanidad, destinando 1 billón trescientos mil millones de dólares a la compra de deuda que bancos y empresas no puedan cubrir en el corto plazo. Dinero de los trabajadores al bolsillo de los bancos.

Desde cónicas martianas, humildemente les decimos a los líderes del mundo, que muchas gracias, pero que por favor no nos salven más.

Lucas Bols.
Mendoza, Agosto de 2011

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